El principal desafío consistía en migrar una gran cantidad de aplicaciones legacy, que corrían en sistemas operativos muy desactualizados y sin soporte, pero que no se podían actualizar de forma simple por tener dependencias funcionales con esos sistemas operativos. A la vez, la variabilidad existente entre servidores hacía que cada equipo dependiera exclusivamente de una persona.
Quitamos las dependencias entre las aplicaciones y el sistema operativo de base e implementamos una nube privada basada en Kubernetes. También estandarizamos y automatizamos la forma de desplegar las aplicaciones sobre la nube privada. Con esto, logramos desafectar un gran número de servidores físicos; así eliminamos la dependencia entre cada servidor y un técnico y agilizamos sustancialmente el despliegue de aplicaciones.
Tras evaluar la situación en la que se encontraba el organismo, no solo en relación con el proyecto sino pensando en su gestión futura, determinamos que lo conveniente era generar una nube privada y migrar allí todas las aplicaciones y servicios que, hasta el momento, se prestaban en los servidores a reemplazar.
Para esto, dividimos el trabajo en dos partes:
Con el objetivo de acortar tiempos, creamos dos equipos de trabajo para avanzar paralelamente con el desarrollo de la solución.
La nube privada la desarrollamos con Kubernetes sobre VMware Vsphere, que es la plataforma de virtualización del organismo, y su generación quedó totalmente automatizada usando Terraform, Ansible y Cluster API. Esto permite replicarla y restaurarla rápidamente y de forma idéntica.
Sobre dicha infraestructura, con sistemas operativos y librerías completamente actualizados, desplegamos las aplicaciones contenerizadas.
Sumado a lo anterior, también: